Entrevista con Abu Ali
Webislam
17/04/2013 - Autor: Colectivo Yihad con amor
-Nuestro
principal interés en esta entrevista es hablar de tu particular
trabajo artístico. Para empezar, ¿podrías explicárnoslo
para aquellas personas que no te conozcan?
A
finales de los 80's descubro el video como un medio que me permite
reflexionar, criticar, romper con los imaginarios que encierran, y
sobre todo como un medio de iniciar un viaje de conocimiento. Un
conocimiento que no es una conquista, no es un saber ganando
espacios, no es el acceso a lo desconocido, sino el acceso de lo
desconocido, abrir un puerta a ese lugar donde acabamos, esa
experiencia que nos supera, “así como los ríos van mar, y la vida
hacia la muerte, así el conocimiento fluye hacia lo desconocido”.
Estoy
hablando de una forma de escribir imágenes que poco o nada tiene que
ver con la industria de la imagen. El video independiente se mueve yo
diría que al margen de presupuestos. En mi caso, al menos, tiene
mucho de artesanal, una cámara, un ordenador para editar y tiempo
sin límites para soñar y viajar en ese mundo intermedio de las
imágenes. Colaboraciones esporádicas con músicos, conversaciones y
una forma de editar, de montar que cada día descubro más cercana a
la poesía, al sueño, a la visión. Muy pocas veces o ninguna he
trabajado en forma de proyecto; es decir, una idea, un guión y una
posterior plasmación en imágenes. Trabajo, por así decirlo,
directo con las imágenes sin guión convencional, siguiendo lineas
no escritas, sino intuidas. No con ideas, sino con imágenes que
antes he “visto” en algún lugar de mí, o en una conversación,
o en lo ojos de alguien. Y muchas otras veces, las más, buscando
imágenes que quiero ver, que pido ver por que no sé como son, por
eso parto en su búsqueda sin saber si las encontraré, si esa parte
de mi quedará ciega por el momento, o si quizás debe ser así.
Así
cuando grabo no tengo la sensación de “capturar imágenes” -una
expresión muy usual en el mundo de la imagen- respecto a la cual la
primera pregunta debería ser: ¿Quién captura a quién?.
(pues
en realidad es el cazador de imágenes el cazado por ellas). Si
acaso, a veces he tenido la sensación de leer algo que estaba allá
escrito y cuya naturaleza profunda desconozco. Otras veces me he
despreocupado y he bailado con las imágenes, me he dejado llevar por
ellas, sintiendo que hay una danza sutil en las cosas, en los
lugares, en las luces, sombras,... Otras me he sumergido en la
contemplación y he pedido ver.
Perderme
Mis
primeros videos, Pura
Fe
y Wahab,
respondían a ese querer entender. ¿Por qué me atraía ese
predicador solitario vociferando en una esquina de Brooklyn?, ¿Por
qué quería ver papeles movidos por el viento en un callejón
perdido?. ¿Que había en ello que me interpelase de tal forma?. ¿Qué
había de mi o de nosotros allí?. Allí me perdía, allí había la
posibilidad de reencontrarme, o no.
Grabé
Wahab al
perderme en Tánger, había buscado durante años esos papeles al
viento en otros lugares, pero aparecieron entonces, allí estaba
también una cámara y una enorme tristeza por la separación que
acababa de vivir, allí sonaba la música de Mohammed Abdelwahab, que
dió nombre al video. Mas tarde supe que Wahab, es el que da.
Pero
es hace poco que escribí: unos papeles al viento en un callejón
tangerino, la danza de lo efímero, la fragilidad del instante.
Diarios, bolsas de plástico, pañuelos de papel, todos ellos
destinados a desparecer. Pero la contemplación colapsa el tiempo del
instante y abre una puerta a otro lugar sin medida. Aquí es el
eterno baile de los encuentros y desencuentros, ahora en forma de un
diario y una bolsa de plástico que se rozan atrapados en un remolino
de polvo. La hoja del diario se abre, caprichosamente la bolsa se
posa sobre ella, y vuelven a repetir una y otra vez el juego. Alguien
pasa ajeno a la escena desapercibida, invisible sin el estado de
contemplación. Y allí sentimos que es la vida la que nos toma, la
que nos lleva en brazos, la que nos hace encontrarnos en la pérdida.
Allí están todos los posibles e imposibles de nuestras historias...
La
ilaha
¿Pero
como asirse allí a lo efímero, como mantener esa danza con las
cosas?.
Alejado
de ese lugar frágil que me acogió, volví a sentir todas las cosas
que me impedían, que me encerraban, todas las construcciones que nos
secuestran de ser plena y libremente, mecanismos íntimos y
dispositivos sociales que engarzan entre si. Vivimos en un mundo
mediatizado por imágenes que nos ciegan. Miles, cientos de miles,
millones, de imágenes, y pese a su aparente banalidad no lo son en
absoluto, responden, emanan y se infiltran en nuestras identidades.
Fundamentalmente en las coordenadas del deseo y del miedo. Mientras
nuestras identidades respondan de forma automática, no consciente,
a los estímulos de miedo y deseo, estamos indefensos ante las
manipulaciones más básicas y lamentables, en manos de la moderna
magia negra de la publicidad, cine de consumo, videojuegos, etc...que
no harán otra cosa que alimentarlos, acrecentarlos,...
En
esta época monté vídeos en los que utilizaba únicamente imágenes
mediáticas, en un intento de deconstrucción: de mostrar toda la
fealdad y la enfermedad que se escondía bajo esa capa de seducción
y adrenalina, así entre otros: La
Noche,
agentes psíquicos se infiltran mediante secretas punciones
mediáticas, pesadillas publicitarias y mass media monsters-,
Minnesota
1943:
en esa fecha la Universidad de Minnesota realizó, por encargo del
ejercito americano, un test psicológico
para la selección de oficiales. Mas tarde y muy significativamente
este mismo test fue utilizado mundialmente en la selección de
personal para empresas. O Magia
en el Aire,
editado a partir de las imágenes que publicitaron en el cine la
futura aparición de la televisión, imágenes que parecían anunciar
eufóricamente el advenimiento de una religión oscura, el video
acababa con la imagen fija de un niño cautivo, cautivado inmóvil
ante una pantalla, una especie de réquiem de la infancia. Acabé
esta época con un cd rom interactivo Oigo
Voces una
reflexión compulsiva sobre la locura y adicción que llevaba consigo
esa fe en el consumo y la tecnología. Y con WSB
Hassan Sabbah,
un texto de William Burroughs superpuesto a una sucesión frenética
de presentadores de telediarios "Vosotros traidores,
colaboradores, que habéis vendido la tierra de los que ni tan
siquiera han nacido, vosotros mentirosos...en nombre de Hassan
Sabbah" .
La
verdad es que todos estos vídeos respondían a una necesidad quizás
infantil: digerir, vengarme de esa enorme avalancha de imágenes no
deseadas que a todas horas nos asaltan, entender como funcionan
esos mecanismos de manipulación y ver como se insertan en nosotros.
Desde luego no como un observador privilegiado que anota desde un
espacio seguro e inalcanzable, sino desde dentro.
Estas
visiones, estos vídeos, me dejaron en un lugar bastante desolado y
frío, sin apenas nada a lo que asirme. Sólo el “no” estaba
claro. Y quedarse “allí” repitiéndolo no tenía ningún sentido
y representaba una contradicción, una trampa. Había que irse,
buscar, no sólo un cambio de lugar físico, sino también de lugar
interno. Despedirme de esas alucinaciones de supuesta belleza, o de
confort, poder, seguridad, eterna juventud, acumulación, etc..o de
los peligros sin fin, paranoia, vejez,etc...
Ila
al.lah
¿A
dónde ir?, ¿a lo entrevisto en los primeros vídeos?.
La
confianza en un sentimiento de amor inexplicable suspendido en la
fragilidad, confiar en esa danza en las cosas, acompasarnos con ella,
confiar en la Vida, librarnos a ella, no venderla,...aceptar su
presencia irrepresentable, irreductible, y nuestra nada.
Ese
“no” me había dejado ante un vacío; un vacío lleno de todas
las posibilidades y a la vez calmo y quieto ¿qué nombre darle? Y a
la vez ¿que nombre no le pertenece?.
Empezaron
nueva lecturas, sobre todo poesía persa: Farid ud´din Attar, Mahmud
Shabistari, Najmu ud.din Kubra, y tambien Ibn Arabi,
ad-Darqawi,...estas lecturas dialogaban casi involuntariamente con
los ecos de las anteriores : Michel Foucault, Guy Debord, George
Bataille, William Burroughs,...y aparecían nuevos sentidos y vías.
El
viaje tuvo también su reflejo físico, empecé a vivir largas
temporadas en Marruecos, en Tánger, y en el campo cerca del Atlas,
vídeos sobre sueños,
sobre el sacrificio,
sobre la muerte,
con personajes que iba conociendo...En Fez grabé durante meses, como
en círculos, viajando por los diferentes niveles de la ciudad, sus
murallas, sus mercados, los barrios interiores, las numerosas
mezquitas y zawiyas, encontrándome con gente y
compartiendo,...buscando relatos de sueños y rituales,
conversaciones que me mostraban perspectivas que desconocía,..de esa
vivencia nació Fez,
Ciudad Interior,
y fragmentos suyos que aparecen en vídeos como Seffar.
Y
lo cierto es que mi corazón revivió al encontrarme con una gente
cuya vida material rezumaba espiritualidad sin apenas nombrarla, y a
la vez presente con tanta fuerza...acentuada por la humildad natural
y espontánea, la renuncia a cualquier escenificación, quizás por
saberla vana,...y en cambio en cada gesto, en cada atención: la
Presencia,..el vaso de te se llena mientras conversas, un cojín se
desliza entre tu espalda y el muro frío,...Un encuentro entre lo
material y lo espiritual, ese herida que por fin se cierra, esos
hemisferios de nuestro ser que se encuentran...
Empecé
a tener también la consciencia de que a través de los vídeos
trabajaba con luz; más exactamente con luces y manchas, sombras y
colores que creaban visiones, presencias intangibles. Empecé a ver
la relación entre el video y lo sueños y sobretodo las visiones. La
necesidad de contemplación que comentaba antes, pero también el
hecho de moverme en un barzaj,
en un mundo intermedio entre lo real y lo irreal, lo visible y lo
invisible, el sueño y la vigilia,...el espacio de Jadir,
Khezr...
No
ideas, sino imágenes que quieren ser vistas, que nos visitan a
través de sueños o de espacios intermedios, pausas,
contemplaciones. Inicio los vídeos siguiendo ese delicado hilo:
La
búsqueda del agua, el descenso al pozo del corazón. Anoche
Dhikr
Pues
lo
más probable es que tarde o temprano nos encontremos en un paraje en
apariencia seco y árido. Inesperadamente nuestros pasos nos han
dejado allí, todos los caminos son posibles, pero ninguno parece
llevar a ninguna parte. En nuestra soledad encontramos la única
compañía de la contemplación, la mirada aquietada nos muestra un
mundo aquietado , un mundo que lentamente empieza mostrarse al margen
de los parámetros del deseo o la funcionalidad, un mundo sin afuera
ni adentro. Comprendemos mejor ahora, que aquello que vemos no es
extraño a nosotros y el viaje cobra así un sentido diverso e
interpretativo. Un pequeño grupo de hombres aparece en la lejanía,
nos acercamos y les seguimos. Uno de ellos es un zahorí, busca agua
con una rama de olivo, el paso es rápido, súbitamente como si
recibiera un golpe se tambalea, y quizás cae, caemos...
En el páramo un arbusto seco ha abierto unas pequeñas flores, nuestros pasos toman ahora un camino de polvo,de piedras, de zarzas y acacias, cruzando puertas y murmullos, rumores o risas de niños ...
Tumbados en la tierra, como tierra, para que un pozo se abra en nuestro pecho y la conciencia descienda cerca del corazón, allí veremos sin palabras, con los sonidos de la respiración latido, un recuerdo del lugar de donde venimos, del lugar que somos, de donde brotan las apariencias, como esas nubes que forman figuras caprichosas que apenas perduran...
Una búsqueda de lo que hay de vida en nosotros. La presencia de lo que nos hace vivir.
En el páramo un arbusto seco ha abierto unas pequeñas flores, nuestros pasos toman ahora un camino de polvo,de piedras, de zarzas y acacias, cruzando puertas y murmullos, rumores o risas de niños ...
Tumbados en la tierra, como tierra, para que un pozo se abra en nuestro pecho y la conciencia descienda cerca del corazón, allí veremos sin palabras, con los sonidos de la respiración latido, un recuerdo del lugar de donde venimos, del lugar que somos, de donde brotan las apariencias, como esas nubes que forman figuras caprichosas que apenas perduran...
Una búsqueda de lo que hay de vida en nosotros. La presencia de lo que nos hace vivir.
-¿Tú
interés por el islam viene una vez consolidada esta trayectoria
artística?
Supongo
que el camino que emprendí con los vídeos forma parte de este fluir
en el islam.
Luego
aparece una consciencia del proceso de búsqueda, del encuentro que
se está llevando a cabo,...y eso permite profundizar, limpiar,
descartar actitudes, …
Adentrarse
en el umbral abierto,..como en el video Al
Barzaj,
a veces ese umbral conduce a un largo callejón de tierra dentro de
la tierra bañado de oscuridad. Avanzamos guiados por la luz que
aparece en las intersecciones con otras callejas, luego ya sólo por
la luz al final, como en un largo túnel. Los últimos pasos ya los
damos en la oscuridad completa, los sentimos resonar entre las
paredes. Guiados ahora por una luz interior, intangible, inasible,
pero que de alguna manera recordamos como fuente de todo,...Y así
entramos en espacios de suspensión del tiempo y el espacio, jardines
interiores bañados por el silencio y un eco lejano de presencias
ausentes,...un pajarillo
que parece muerto revive y cruza una puerta que se abre, y esta vez
nos inunda con su luz blanca...que nos acoge. No vemos y sin embargo
todas las imágenes están ahí. Lentamente salimos de esa luz, el
mundo vuelve a aparecer, ahora como motas de polvo suspendidas en
aire, danzando como planetas y universos...
-El
islam suele suponer una ruptura con muchas inercias o prejuicios
heredados. En tu caso, ¿cómo se dieron estas rupturas
(paulatinamente, de golpe...) y cómo afectó tu expresión
artística?
No
siento que el islam venga de fuera, esa ruptura con prejuicios e
inercias ya se había dado. La consciencia de descubrirme en el islam
le dio en todo caso un sentido. Todas aquellas inquietudes, pérdidas,
rupturas, aquella ansia, cobraban un sentido. Pero no un sentido
cerrado, no un manual, ni a una meta alcanzada, sino la posibilidad
de continuar el camino, de amar la vida, de seguir aprendiendo,...y
una orientación hacia la Kaaba del corazón.
Otras
veces uno intuye la fosilización de ese impulso en una una serie de
normas vacías de su sentido interior. Las formas entonces se
amplifican y se exhiben, los nombres se vuelven ampulosos, aparece la
típica rigidez de lo muerto, desaparece la dulzura de la experiencia
directa, y rápidamente se crean estructuras y círculos de poder que
secuestran ese “pedir” espiritual. Vanamente, todo hay que
decirlo.
Hay
siempre una tensión que es síntoma de vida, ese juego entre la
contracción y la dilatación. El fruto interior de la almendra
requiere de la dureza exterior de una cáscara que la proteja. Pero
no nos satisface una cáscara si está vacía, es rígida, difícil
de tragar sin el aroma de su fuente viva. Esa cáscara que no se abre
mata el fruto, debe abrirse para que la semilla crezca y de lugar a
vida. No son dos cosas diferentes.
-¿Logras
compatibilizar tu trabajo con las exigencias del mercado artístico o
de los circuitos culturales? ¿Crees que hay un interés para este
tipo de propuestas?
Es
importante que hagas esta cuestión pues es inseparable del concepto
de “profesionalidad”. Y curiosamente el mercado de la creación
está saturado de profesionales, yo diría cansado; cansado de tanta
obediencia a las exigencias, e incluso de tanto “ocurrencia
rebelde” y lo que ese mercado acaba recibiendo es un reflejo de su
misma vacuidad y codicia.
Y
es también una cuestión muy usual. Responde a una lógica respecto
a la cual siempre me he sentido extraño. En mi resuena como:
“¿Logras compatibilizar el islam con las exigencias del mercado
espiritual o de los circuitos religiosos? ¿Crees que hay un interés
para este tipo de propuestas?”.
No,
no creo que podamos separar las cosas de esta manera: la vida, lo que
somos, lo que hacemos. Para luego someterlas a poderes. ¿Puede mi
vida,...nuestras vidas, nuestros afectos, nuestros sueños
compatibilizar con las exigencias del mercado?. Prefiero no
preguntarme esto. Mi trabajo, no sólo el artístico, es parte
inseparable de mi camino en el islam, parte inseparable de mi vida,
de mis afectos, pérdidas, sueños,...de hecho ni siquiera le llamo
trabajo.
Escojo
como muchos otros: soñar, vivir, orar, contemplar libremente, como
un camino que tiene su propia lógica, una lógica que me supera
completamente, y en la que paradójicamente soy y me voy
des-cubriendo. Mis vídeos están en ese mismo camino. Una vida en la
que me parece justo tener lo justo para vivir.
La
sociedad capitalista -como otras anteriores, pero quizás con mayor
intensidad- se ha hecho fuerte en la separación. Separando no solo a
las personas entre sí, sino también a las personas de las cosas, a
las personas y la naturaleza, a las personas de su trabajo. Más aún:
nos separa de nosotros mismos, abre una brecha entre nosotros y lo
que hacemos, soñamos, amamos,... En esa brecha penetra la ignorancia
de nuestro verdadero ser, y en esa ignorancia habitan los expertos,
los intermediarios, los que soplan
sobre los nudos de las cuerdas,
los que fabrican los miedos y los deseos y las “razones” que tan
a menudo nos desvían.
Obviamente
si atendemos a esa “exigencias” tenemos la posibilidad de una
supuesta brillante carrera, una posibilidad. Para muchos, para la
mayoría esa posibilidad se esfuma, pues las exigencias aumentan, y a
menudo consume las vidas... Habría que preguntarse ¿quíen exige?,
¿qué nos exige?, ¿qué quiere de nosotros?, ¿de nuestros sueños
y visiones?, ¿de nuestra necesidad de ver?. Quizás ese “mercado”
quiera nuestra vidas pues está muerto, nuestras visiones pues está
ciego. Y no está solo afuera sino también dentro. Engarza con una
forma de entendernos a nosotros mismos, de construirnos como
identidades.
Viene
bien ahora recordar una carta del Shaikh ad-Darqawi: “Que sus
insinuaciones no te inquieten ni te asusten, diga lo que diga, antes
bien continúa sentado si estabas sentado, o de pie si estabas de
pie; continúa durmiendo si dormías, comiendo si comías, bebiendo
si bebías, riendo si reías, rezando si rezabas, recitando si
recitabas, y así sucesivamente.”
Al
seguir nuestros caminos y no dar realidad a esos cantos de sirena,
nada queda resuelto, pero nada queda cerrado. El camino está
abierto, es un camino exigente, no es autocomplaciente, en él hay un
afrontar el vacío y a menudo la pérdida, y conlleva un pedir; es
decir, un reconocimiento de nuestro estado incompleto...y a la vez un
agradecimiento sin condiciones.
Cuando
miro alrededor o en el tiempo, veo que aquello que aquello que
cuidamos con amor cuida también de nosotros. Y recuerdo: “Hijo
mío no te entristezcas, el amor es tu destino”
Pero
Al.lah ualem
Abu
Ali *) Toni Serra