En esta época de estímulo
a la máxima movilidad, los turistas, los hombres y mujeres de
negocio pueden cruzar las fronteras y se sienten por ello
privilegiados, sin embargo deben afrontar los filtros y rituales de
control que las configuran, y al hacerlo validan automáticamente
esos dispositivos, su lógica y su ejercicio. Cruzan, es cierto,
¿pero llegan a alguna parte o más bien desplazan con ellos esas
fronteras, llevándolas hasta el interior de las sociedades que
visitan?.
Otros,
en cambio, no pueden hacerlo y derivan entonces hacia las rutas
clandestinas, en ellas encuentran a veces la muerte, y en otras
reciben el estigma de la ilegalidad. Aunque crucen, en realidad, no
han sorteado nada, sino que más bien han entrado en la invisibilidad
y la indefensión que se les exige. Así, los dispositivos de control
no sirven tanto para evitar su paso como para otorgarles el visado de
la exclusión. De ellos sólo se aceptará su fuerza de trabajo
consumible que constantemente hay que renovar.
El fascismo nace en las
fronteras.
“Me
es complicado explicar como es posible que la sociedad supuestamente
civilizada a la que has huido para cobijarte sea tan brutal” (1)
Las fronteras como nudos
de poder, como lugares de acumulación represiva, control y
selección, están sufriendo una enorme mutación, pues no sólo se
extienden y fortifican, sino que también implosionan en cientos y
miles de dispositivos internos: CIEs Centros de Internamiento de
Extranjeros, centros de refugiados, oficinas y agencias de todo tipo
que ahora se reproducen y funcionan como fronteras interiores.
Dispositivos de control que se desplazan como escáneres que barren
el interior de los territorios y ciudades, contagiando su lógica
represiva al conjunto de la sociedad. Se convierten así no sólo en
lugares de internamiento de migrantes sino muy fundamentalmente en
laboratorio y punta de lanza de nuevos regímenes totalitarios.
“Cuando llegué
los de seguridad estaban esperándome, me llevaron dentro, cogieron
mi pequeña bolsa, se pusieron unos guantes de plástico e
inspeccionaron mis cosas, la cantidad de dinero que llevaba, los
números de mi agenda, todo. Es intimidación, acoso y maltrato al
mismo tiempo este es el estilo de este sistema. Han pasado 3 días y
ya no soy yo (…)
Sí, está
perfectamente claro: no quieren que nos organicemos e intentemos
ayudarnos, cuando te ven intentando echar un cable te aíslan del
resto y te envían a otro sitio. Si mantienes a una persona aislada
en la ignorancia pues hacerle lo que quieras (…) Saben que no tengo
intención de observar en silencio lo que están haciendo. Veo el
odio en sus ojos, lo vi el día en que me trasladaron aquí. Y cuando
me resistí, llamaron a la policía y me dieron una paliza.
“Nuestra
resistencia no se limita a intentar detenerlos y mejorar nuestra
situación de refugiados. ¡No!, tenemos un deber con esta sociedad y
la gente que vive en ella también tiene un deber consigo mismos. Es
por eso que siempre le decimos a la gente, y a los grupos de apoyo
de los ciudadanos que colaboran con nosotros: Mirad,
si tomáis nuestro problema como vuestro problema entonces podemos
avanzar.”
(2)
Una guerra de
imaginarios.
A menudo el tema de
la inmigración es tratado desde perspectivas derivadas de nuestro
posicionamiento frente al imaginario mediático. Un imaginario tejido
por cientos de miles de imágenes que se van renovando y al mismo
tiempo repitiendo constantemente, frases cortas que funcionan como
eslóganes, dispositivos de repetición que asolan la propaganda
política, la industria de las noticias, la publicidad y a menudo el
cine de consumo. Un tejido que se va espesando hasta formar un tupido
velo de imágenes que impide la visión y mediatiza la experiencia
directa. Así con frecuencia sentimos en la calle, en los comercios ,
y en ocasiones entre gente más cercana, la inserción en la
conversación de fragmentos de este imaginario de consumo .
Guy Debord en la sociedad del espectáculo afirmaba que cuando la realidad es capturada y convertida en meras imágenes , las meras imágenes se convierten realidad (3) , un mecanismo que consolidaría el núcleo irreal de nuestra realidad. Lo que nos da a pensar, como contrapunto, que aquello que está en juego en la creación y difusión de imágenes es la realidad misma. De ahí la necesidad de profundizar en un discurso audiovisual independiente; independiente de la lógica del encargo, independiente en la elección del tema y su enfoque, y sobre todo de las normas y gramáticas prefabricadas para la industria audiovisual y sus criterios de consumo y producción. Esto conlleva una reivindicación diferencial de la percepción de la realidad. Frente a los mecanismos de clonación y monoforma ( 4 ) asistimos a una constelación, un rizoma de miradas únicas en la que se superponen coincidencias y disparidades que no excluyen la contradicción, sino que por el contrario la valoran como presencia de lo real en la imagen .
Afortunadamente la misma lógica de mercado que ha inundado el paisaje de imágenes banales y de dispositivos de captura, edición y difusión de imágenes, ha posibilitado también la democratización en el acceso a los medios de producción video y ha roto el oligopolio audiovisual, restando importancia a los grandes canales mainstream . Ahora bien, hay que utilizar esta posibilidad abierta por un tiempo que podría ser más limitado de lo que pensamos. Hay que ir más allá de esta niebla de imágenes compulsivas que inundan las redes, para taladrar el velo de imágenes mediáticas, la película master que pretende reducir la realidad a un orden representativo , y los individuos a unos pocos estereotipos.
Este proceso de disidencia y resistencia audiovisual ha sido y es fundamental en la propagación de las realidades de la inmigración. El espejo de la representación se ha roto en miles de fragmentos que reflejan y a la vez son en sí mismos cortes de profundidad de estas realidades, nos llegan así voces silenciadas, invisibilizadas , relatos de la exclusión y violencia , que nos dan una medida hasta ahora desconocida de la violencia y sectarismo de los poderes políticos y económicos en la sociedad " occidental" , más allá del velo humanista que suele cubrir este término .
De pronto accedemos a un rizoma (5) complejo de relatos, en el que por ejemplo la protección de las fronteras aparece como un gran negocio para unos pocos, en donde la ley se decreta no tanto para impedir la ilegalidad que define sino para administrarla: no tanto cerrar el paso como marcar el estatus inexistente y por tanto indefenso de los migrantes que la cruzan. Pero al mismo tiempo, también tomamos conciencia del conjunto dispar de fuerzas que ha impulsado estos movimientos migratorios: fugas por la supervivencia, sueños, viajes iniciáticos, búsqueda de conocimiento o experiencia. Historias de dolor y vejaciones que se superponen con otras de solidaridad; ghettos y campos de concentración con zonas autónomas y experiencias de autogestión .
Desde este rizoma de visiones “otras”, los criterios que los mass media presentan como realidades objetivas aparecen como construcciones parciales que sirven " espectacularmente" a ambos lados de la frontera: como una descarga mediática de estímulos de miedo o de deseo. Cruda exportación del modelo consumista global, frente al cual todas las otras formas quedan estigmatizadas como pobreza y atraso.
Podríamos decir pues que estamos ante una guerra de imaginarios. De un un lado, una omnipresente y fantástica máquina de producción y difusión de imágenes y mensajes pre-fabricados , que como cualquier otro producto de consumo, dibuja un espectro de versiones a partir de un mismo patrón básico : obtener un beneficio máximo y asegurar su continuidad. Del otro, una especie de patchwork artesanal hecho de pedazos de experiencias personales o colectivas, un patchwork lleno de jirones y vida .
Guy Debord en la sociedad del espectáculo afirmaba que cuando la realidad es capturada y convertida en meras imágenes , las meras imágenes se convierten realidad (3) , un mecanismo que consolidaría el núcleo irreal de nuestra realidad. Lo que nos da a pensar, como contrapunto, que aquello que está en juego en la creación y difusión de imágenes es la realidad misma. De ahí la necesidad de profundizar en un discurso audiovisual independiente; independiente de la lógica del encargo, independiente en la elección del tema y su enfoque, y sobre todo de las normas y gramáticas prefabricadas para la industria audiovisual y sus criterios de consumo y producción. Esto conlleva una reivindicación diferencial de la percepción de la realidad. Frente a los mecanismos de clonación y monoforma ( 4 ) asistimos a una constelación, un rizoma de miradas únicas en la que se superponen coincidencias y disparidades que no excluyen la contradicción, sino que por el contrario la valoran como presencia de lo real en la imagen .
Afortunadamente la misma lógica de mercado que ha inundado el paisaje de imágenes banales y de dispositivos de captura, edición y difusión de imágenes, ha posibilitado también la democratización en el acceso a los medios de producción video y ha roto el oligopolio audiovisual, restando importancia a los grandes canales mainstream . Ahora bien, hay que utilizar esta posibilidad abierta por un tiempo que podría ser más limitado de lo que pensamos. Hay que ir más allá de esta niebla de imágenes compulsivas que inundan las redes, para taladrar el velo de imágenes mediáticas, la película master que pretende reducir la realidad a un orden representativo , y los individuos a unos pocos estereotipos.
Este proceso de disidencia y resistencia audiovisual ha sido y es fundamental en la propagación de las realidades de la inmigración. El espejo de la representación se ha roto en miles de fragmentos que reflejan y a la vez son en sí mismos cortes de profundidad de estas realidades, nos llegan así voces silenciadas, invisibilizadas , relatos de la exclusión y violencia , que nos dan una medida hasta ahora desconocida de la violencia y sectarismo de los poderes políticos y económicos en la sociedad " occidental" , más allá del velo humanista que suele cubrir este término .
De pronto accedemos a un rizoma (5) complejo de relatos, en el que por ejemplo la protección de las fronteras aparece como un gran negocio para unos pocos, en donde la ley se decreta no tanto para impedir la ilegalidad que define sino para administrarla: no tanto cerrar el paso como marcar el estatus inexistente y por tanto indefenso de los migrantes que la cruzan. Pero al mismo tiempo, también tomamos conciencia del conjunto dispar de fuerzas que ha impulsado estos movimientos migratorios: fugas por la supervivencia, sueños, viajes iniciáticos, búsqueda de conocimiento o experiencia. Historias de dolor y vejaciones que se superponen con otras de solidaridad; ghettos y campos de concentración con zonas autónomas y experiencias de autogestión .
Desde este rizoma de visiones “otras”, los criterios que los mass media presentan como realidades objetivas aparecen como construcciones parciales que sirven " espectacularmente" a ambos lados de la frontera: como una descarga mediática de estímulos de miedo o de deseo. Cruda exportación del modelo consumista global, frente al cual todas las otras formas quedan estigmatizadas como pobreza y atraso.
Podríamos decir pues que estamos ante una guerra de imaginarios. De un un lado, una omnipresente y fantástica máquina de producción y difusión de imágenes y mensajes pre-fabricados , que como cualquier otro producto de consumo, dibuja un espectro de versiones a partir de un mismo patrón básico : obtener un beneficio máximo y asegurar su continuidad. Del otro, una especie de patchwork artesanal hecho de pedazos de experiencias personales o colectivas, un patchwork lleno de jirones y vida .
Flujos de
conocimiento.
La presión mediática insiste en reducir el tema de la inmigración a parámetros legales, económicos y políticos. En frente, el discurso crítico intenta recuperar el aspecto humano, una toma de conciencia ante la indefensión y el dolor, la explotación y el desprecio, una alerta ante el racismo y la implantación de medidas autoritarias que en cualquier momento pueden expandirse a otros campos y colectivos sociales, y al mismo tiempo una motivación para crear y apoyar iniciativas prácticas de ayuda y solidaridad.
Sin embargo, a menudo se olvida que este flujo de la inmigración comporta también un flujo ingente de conocimiento; conocimiento que a veces es homologable a la concepción occidental dominante , pero que en otras muchas otras veces no lo es -y por eso resulta aún más interesante y necesario - pues nos pone en contacto con perspectivas que aquí no se han desarrollado o que ya se han perdido ; nos abre otras posibilidades de progreso, otras visiones desde las que percibir la realidad , hasta modificar radicalmente nuestra experiencia de ella. Este flujo de migración es también históricamente un fenómeno asociado al enriquecimiento social y cognitivo, mientras que el contrario: el aislamiento o el flujo emigratorio se asocian al empobrecimiento y el autoritarismo..
La presión mediática insiste en reducir el tema de la inmigración a parámetros legales, económicos y políticos. En frente, el discurso crítico intenta recuperar el aspecto humano, una toma de conciencia ante la indefensión y el dolor, la explotación y el desprecio, una alerta ante el racismo y la implantación de medidas autoritarias que en cualquier momento pueden expandirse a otros campos y colectivos sociales, y al mismo tiempo una motivación para crear y apoyar iniciativas prácticas de ayuda y solidaridad.
Sin embargo, a menudo se olvida que este flujo de la inmigración comporta también un flujo ingente de conocimiento; conocimiento que a veces es homologable a la concepción occidental dominante , pero que en otras muchas otras veces no lo es -y por eso resulta aún más interesante y necesario - pues nos pone en contacto con perspectivas que aquí no se han desarrollado o que ya se han perdido ; nos abre otras posibilidades de progreso, otras visiones desde las que percibir la realidad , hasta modificar radicalmente nuestra experiencia de ella. Este flujo de migración es también históricamente un fenómeno asociado al enriquecimiento social y cognitivo, mientras que el contrario: el aislamiento o el flujo emigratorio se asocian al empobrecimiento y el autoritarismo..
Frente a la visión de la
multiculturalidad como espacio predefinido y consensuado por el
poder, donde el “otro” es encerrado en su parcela folclórica,
colorista,..o simulado en un reflejo de la cultura dominante... Se
abre cada vez más la necesidad de un encuentro real; es decir, a la
posibilidad de un intercambio de conocimientos y experiencias, que
contemple la transformación profunda de las nociones que han
configurado nuestras sociedades, que permitan revisar radicalmente –
entre otras muchas- las nociones de tiempo, trabajo, cultura,
comunidad, para romper la persistencia de un modelo único y su
deriva totalitaria, para iniciar un proceso de decolonización que
nos afecta a todos.
Abu
Ali
1
– Del video Forst,
2005.
Austria. 50’, de
Ascan Breuer, Ursula Hans Bauer y Wolfganag Konrad. Con la
Colaboración de The Voice – Refugee Force, Women in Exile y
Caravan for the Rights of Refugees and Migrants.
Preview
on-line en Archivos OVNI: http://desorg.org/titols/forst/
2
- Idem
3
- Debord,
Guy. La sociedad del espectáculo. Valencia: de. Pre-Textos.
4
- Watkins, Peter.
http://blogs.macba.cat/peterwatkins/2010/05/26/monoforma/
5
- Deleuze, Gilles; GUATTARI, Félix. Mil
mesetas. Capitalismo y esquizofrenia.
Valencia: Ed. Pre-textos, 2008.